Me invitaron a cubrir un partido de Rugby en Necochea y como no tenía nada mejor que hacer un sábado a media tarde, agarré mi matera y partí rumbo a la ciudad balnearia (bah, balnearia es un decir porque me cagué de frío).
Al llegar me encontré con un marco increíble: decenas de chicos de ambas parcialidades, carapintadas, con bengalas, banderas, camisetas y bombos, alentaban sin parar al costado de la cancha. Epa, cuanto fanatismo pensé. Le pregunté al tipo del puesto de choripanes a qué se debía tanta algarabía y me lo intentó explicar en pocas palabras: "Este es el partido final de los cruces interzonas del torneo CIMDQ de la URMDP que le permite al ganador acceder al selecto grupo de la Copa de Oro de no sé qué torneo. Apa, esto es en serio.
Tuve que convertirme en reportero profesional de repente, para estar a la altura de las circunstancias. Así, pude recabar mucha información, fotos y entrevistas que me permiten desarrollar el siguiente análisis.
Parece ser que el Plantel Superior del Club Social y Campo de Pato (mamita, qué nombre), tuvo un comienzo complicado este 2016. Algunas bajas sensibles y la falta de un entrenador, encontró a un numeroso plantel de jugadores a la deriva en el cerro El Triunfo en el mes de enero. A la deriva es un decir, porque Charly siempre estuvo. El problema si los entrenaba Charly era que se convertirían en un equipo de futbol femenino, y ese no era el plan. Dejaron que Charly se siguiera limitando a la preparación física que de eso sabe y mucho.
La Subcomisión de Rugby estuvo semanas tentando a verdaderos entrenadores para que tomaran esta “papita caliente” (siendo de Balcarce no podría usar otra metáfora) que significa entrenar a un grupo desmejorado de cuasi Pumas devenidos en estudiantes (o peor aún de ex estudiantes) de Agronomía, que se dedican a la vida fácil, las salidas nocturnas, a hablar de herbicidas y a stalkear a las chicas de Balcarce y alrededores.
Se bajaron Loffreda, Fernandez Miranda, Hourcade, Carlos Lopez Silva y otros cientos a tan tentadora oferta. Al final, en una noche de alcohol en exceso, surgió en el inconciente (una verdadera inconciencia creo yo, si me preguntan) de los dirigentes, el nombre del elegido: el Pola. ¿Este viejo no jugaba el año pasado? Recuerdo haberle sacado el cuero en otras notas. “Si”, me dijo Juanjo Kaspar, referente de la hinchada visitante. “Es el mismo". Parece que no encontraban forma de retirarlo del juego y le ofrecieron ser Head Coach.
Con un CV más que escueto (por ser diplomático y no lapidario), este tipo se encargó de seguir de cerca al grupo de jugadores, para tratar de guiarlos en una agenda más que exigente y apretada.
Allí estaban todos: los viejos de siempre (Kaspar, Manetti, Actis, Fuse, Iacovelli, los macana Canto, Vismara, Suarez, Neri, Farengo, De Mocio, Canizzo, Santipolo, Roza, Salvio), los de mitad de tabla (Azcarate, Dimuros, Núñez, Teijeiro, Avellaneda, Barrios, Nesteruk, Tambascio, Dominguez), la sangre fresca (Lobaiza, Ruidiaz, Vismara el menor, Osuna, Lescanos, Alonso, Casaro) y todos los excomulgados de los pueblos de alrededor que no tuvieron mejor idea que sumarse a esta banda (Bannister brothers, Castro, Crespo, Arata, Román, Rojas, Di Francesco, Williams, Scaramuzza). “Lindo grupo” pensé y parece que se me notó porque el viejo Vismara lanzó una carcajada.
Tres pares de hermanos: si lo piensan bien, ni en China deber haber algo así. Que lindo sería jugar con mi hermano y poder hacer un campeonato de patadas erradas por partido como hacen los Vismara (gana el que tiene más erradas, es increíble porque se esfuerzan en serio), o un torneo de “likes” en Instagram como hacen los Canto o campeonato de minutos de silencio que hacen los Bannister Brothers. Tremendo.
“Parece que El Pola no podía solo y lo convocó a Bilotto” me susurró la mamá del Tamba mientras Pablo Casaro miraba para otro lado. ¿Al negro? ¿Ese no estaba sacando panzones de la Laguna? Esto da para cualquier cosa me dije y la señora miró para abajo.
Profundicé sobre los partidos anteriores: 10 partidos ganados sobre 13 jugados, más de 400 puntos a favor y muchos pero muchos tries... ¡una verdadera pesadilla para los rivales! No pregunté mucho del tema tackle porque los chicos de infantiles me decían que tackleaban más que la Primera y para mi eso fue suficiente. Después lo confirmé cuando vi que en promedio les meten 20 puntos por partido. Chan.
Es un equipo que sirve de contención para todos sus integrantes, sino pregúntenle al Colo que le sacan amarilla por hablar partido por medio (le sale gratis el psicólogo), o al Chule que piensa que el referí es amigo suyo porque lo tiene en un grupo de Whatsapp.
Es un equipo que potencia la polifuncionalidad de los jugadores, sino preguntenle al Mane que no sabe de qué juega: ala, medio, apertura (sí leyó bien, apertura) o al Rama y al Mono que alternan medio scrum con wing, centro o apertura o bien al Tati que juega de segunda o de segundo. Con mi poca experiencia en este deporte me pregunté a mi mismo si esto era positivo mientras miraba un despeje fallido del Tati dentro del ingoal propio a 5 minutos del final del partido. “No creo, pero bueno, es lo que hay”, silencié mi mente inquieta.
La cosa es que estos pibes, más de 35 había en la cancha, la vienen remando desde febrero, jugando partidos durísimos, en canchas recónditas, contra viento y marea y se ganaron un lugar en esta "final". “Bien merecido lo tiene el gordito” me dice la mujer de Nacho Canizzo, fiel alentadora con toda la familia a cuestas.
El trámite del partido despertó mi interés en el deporte, ya que la sinergía del grupo como equipo prevaleció por sobre el físico de los rivales, mucho más maduros, más duros y grandes que estos chicos. El scrum fue para adelante siempre (“Todo lo contrario al partido pasado en Necochea” me dijo el Pelado Vivot, juez de Couch de turno), el line no funcionó de maravilla pero De Mocio se encargó de agarrar las pizzas que le llegaban de rebote, el tackle fue abrumador y las pelotas francas de ataque fueron bien aprovechadas por Franco Casaro y los backstreet boys.
De tanto en tanto Mane y Iaco se vieron envueltos en intercambios verbales con los rivales (a estos pibes les gusta más la rosca que a las Pascuas) y los golpes se endurecían con el correr de los minutos. El Loba aprovechó la revuelta y se hizo mejorar la nariz de un puñetazo. El mayor de los Vismara se salía de las muletas mientras llovían mensajes de Whatsapp para saber del tanteador. Mientras tanto, el kinesiólogo metía parches en narices, tobillos, hombros, etc.
Nunca en mi corta vida de periodista deportivo vi tanta pasión por un deporte amateur como este. Se nota que toda mi vida hice equitación.
La cosa es que Club Social y Campo de Pato ganó el partido con autoridad y se metió en el selecto grupo de Copa de Oro. La generación dorada del rugby.
Bien por ellos y por el club, que los acompañó en tamaña empresa y que les permite ilusionarse con el predominio de un rugby dinámico y vistoso, pero sobre todo con la consolidación de un grupo humano que marque el rumbo de los próximos años. Los infantiles pidiendo autógrafos, los padres sacando foto y cantando, y yo me vuelvo para mis pagos con la sensación de haber sido parte de este momento.
“Sé parte de una máquina llamada equipo, juega para él y él jugará para vos" me gritaron a lo lejos al subirme a la camioneta. Nunca tan cierto como ayer, me dije, y me prometí a mi mismo volver algún día a ver a estos pibes.
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